viernes, 29 de abril de 2011

Capítulo 11


No podía creer todavía lo que Leonardo me acababa de contar hacía apenas unos minutos:
L-            ¿Y si te dijera que he encontrado una trampilla tapada en el suelo?
I-            ¡¿Cómo!?
L-            ¡Cómo lo oyes! ¡Una entrada secreta! ¡Como en “Indiana Jones”!
I-           Claro… (Lo digo con un tono completamente irónico)
L-           ¡Es cierto!
I-            Sí, sí… ¿Sabes qué? Por haber compartido tu secreto conmigo, yo compartiré mi
       secreto  contigo.
L-            A ver dime, ya sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa.
I-            Mi secreto es… que yo…
L-            ¡Dímelo ya!
 I-           Yo en ocasiones… ¡Oigo a tontos diciendo tonterías!
L-            Anda Isa, no te quedes conmigo. Que te lo estoy diciendo completamente enserio.   
              ¿Qué  pasa, no me crees?           
I-            ¿Sabes qué pasa? Que al otro Leonardo le habría creído sin dudarlo, pero tal y como
               eres ahora, con la gente que vas y todo lo demás. Te puedes perfectamente estar   
               quedando conmigo. ¡Que no nací ayer!
L-            Isa, tu sabes muchísimas cosas mías, que podrías llegar a utilizar para vengarte. Si esto
               lo precisara.
I-            Bueno, en eso tienes razón… Pero sabes perfectamente que yo no lo haría. Así que
               juegas con ventaja…
L-            Isa, vayamos y descubramos qué hay detrás de esa trampilla …
I-            Ahora no es el momento. Iremos otro día, tú no te preocupes que de ahí no se va a
               mover.
L-            La Isa que yo conozco ya estaría buscando la forma de abrir esa trampilla.
I-            El Leonardo que yo conozco, nunca me habría dejado de lado por unos payasos.
L-            Perdona, pero no son unos payasos. Además, entiéndelo, no siempre vamos a estar
                pegados como si fuéramos siameses.
I-             ¡Lo sé! Por cierto creo que deberías irte, porque van a ser ya las 20:00.
L-            ¿Y qué pasa por eso?
I-             A que antes te oí quedar con tus amigos los “no payasos”, a eso de las 20:45. Y creo
       Que deberías ir a casa a cambiarte, ya que vas demasiado tú y no creo que eso les
       guste. Porque ya  sabes que para estar en ese grupo no se puede tener personalidad.
L-           Está bien, me voy. Pero no olvides que lo tenemos pendiente, así que espero tu
               llamada. Y por cierto no digas nada de…
I-            ¿De qué has estado aquí?  No te preocupes. No tengo pensado hablar con ellos, y
               menos aún, contárselo. 
L-          Gracias, Isa, y siento que no seas capaz de haberte metido en el grupo, aunque espero   
              que volvamos a ser amigos.      
 I-         Mira, Leonardo, si me decido por abrir la trampilla no será para que volvamos a ser
          amiguitos, ni mucho menos. Será para cumplir mi sueño. Luego cada uno seguirá su vida.
           Ah,  por cierto no lo sientas por mí. Siéntelo por ti.
L-        Bueno, como tú quieras aunque yo preferiría que no fuera así.
I-           Es lo que hay, o lo tomas o lo dejas. Por cierto son las 8:10.
L-           Vale, vale. Me voy ya.
I-           Okey, ya sabes dónde está la puerta.
Leonardo salió por la puerta de la habitación, y pude vi desde mi silla cómo iba bajando las escaleras hasta que desapareció de mi alcance de visión.
Definitivamente, o estaba loco o había encontrado la entrada a la biblioteca subterránea. Fuera lo que fuera, tenía que contárselo a las chicas. Una vez que Patricia se recuperara, iríamos juntas a ver qué es lo que había ahí. Aunque, por desgracia, tuviera que avisar a Leonardo. Pero, bueno, ¿qué otra cosa podría hacer?
En ese momento lo más importante era ir al día siguiente a ver al hospital a Patricia. Luego ya, entre las cuatro, veríamos qué haríamos.

8 comentarios: