sábado, 21 de mayo de 2011

Capítulo 14




Me encontraba en mi habitación tumbada en la cama boca abajo y estaba escribiendo en mi diario. A algunos os resultará un tanto infantil, lógico. Pero a mí, escribir en un diario me ayuda  a desahogarme y a aclarar las ideas.
Un golpe estruendoso me sacó de mis pensamientos. Provenía del piso de abajo. Bajé corriendo las escaleras y llegué al comedor, que es  de donde había venido el ruido. Esa imagen siempre la tendré grabada en la mente.
En el comedor había un hombre que medía aproximadamente 1.80. Su mirada transmitía odio, muerte, dolor, sufrimiento.. Su pelo era largo y oscuro. Llevaba un atuendo un tanto extraño. Una capa negra que le cubría el cuerpo, pero por lo poco que se veía de su ropa, me pude llegar a percatar de que su atuendo era negro y antiguo.
Los platos de la vajilla favorita de mi madre estaban rotos y esparcidos por el suelo. Mi madre estaba tumbada al lado con los ojos cerrados.
 -¿Qué le has hecho?- Chillé completamente histérica.
El señor empezó a acercarse mientras decía:
-          A ella de momento no le he hecho nada… Porque a la que le espera un completo sufrimiento ahora es a ti…
-          -¿Qué le has hecho?- Conseguí decir sin parar de tartamudear.
-          Yo no le he hecho nada, es tan débil que me ha visto y se ha desmayado.- Me contestó, mientras se seguía acercando.
Mi cuerpo empezó  a temblar. ¿Acaso había llegado ya mi final? Estaba a punto de agarrarme cuando alguien me empujó, haciendo que me cayera al suelo. Era él… Iba  tan guapo como siempre, aunque esta vez me pude fijar en un tatuaje del que nunca antes me había percatado.




                 -   Escóndete detrás del sofá junto a tu madre y comprueba que esté bien.
Hice caso al chico misterioso y  transporté a mi madre detrás de sofá. Comprobé el pulso, estaba bien. Me puse a observar la escena entre el chico misterioso y ese hombre que hacía apenas unos minutos había intentado matarme. Se miraban como si se conocieran de toda la vida. El hombre le sonrió y le dijo: 
            -  Sabía que no podías permitir que  a la chica a la que llevas siguiendo, casi un mes, le pasara nada.
Yo me quede atontada  al oír aquello, definitivamente no me había vuelta loca y esa mañana le había visto. Un ruido me sacó de mis pensamientos. El chico misterioso estaba  realizando una especie de combate con unas armas un tanto peculiares. Eran como unas espadas, aunque diferentes a las que había visto hasta ese momento. La espada no era recta y tampoco era de metal. Estaban los dos luchando con un empeño increíble. Cuando se detuvieron.
H2O-          ¿Por qué no las dejas tranquilas?
H-               Saben demasiado…
Le contestó el hombre de negro sin dejar de mirarme un instante. A mí esos ojos me infundían un enorme terror y me hacían tiritar como si me estuviera congelando. El chico misterioso no dijo ni una sola palabra más y le clavó la espada en el pecho. Entonces toda la habitación se iluminó. La espada desprendía una luz de color azul cegadora. Cuando esta luz se fue, el hombre de negro había desaparecido.
H2O-           Ten cuidado, vendrán a por vosotras. Así que protegeos, ayudaos y estad unidas,
                     muy unidas.
Una vez dio esto desapareció.
        -    ¡Pero, ¿Por qué?! – Chillé enloquecida.
Lógicamente no obtuve respuesta alguna. 



Capítulo 13


Abrí la puerta y asomé ligeramente la cabeza. Algo dentro de mí, hizo que mi corazón diera un brinco. La imagen de Patricia, en ese estado, hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas.
La habitación solo estaba ocupada por una cama, que se encontraba en el centro. La persiana estaba bajada. Junto a la cama había un conjunto de aparatos, que me sonaban de haberlos visto en series y de películas, pero cuya utilidad no conocía.
Patricia tenía una vía en el brazo izquierdo, probablemente para el suero y la medicina que necesitaba. En la boca tenía un respirador y también estaba conectada al pulsometro.
 Entré en la habitación sin hacer mucho ruido. Dejé mi mochila sobre una silla pequeña de madera y me aproximé a la cama, le aparté un poco el flequillo de la cara y le agarre la mano.
-          ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué cuando todo lo emocionante está a punto de pasar te ocurre esto? Patricia por favor te necesitamos aquí, a nuestro lado. Necesitamos reírnos contigo, gastarte bromas y que te piques con nosotras. Y es que eres imprescindible en nuestra vida. Sé que eres fuerte, que tú puedes con esto y con mucho más. Eres valiente, luchadora y por ello saldrás de esto.
En ese momento empecé a llorar, no podía entender cómo podía haber ocurrido eso de repente, sin razón alguna. Era completamente imposible.
Me senté en la silla y empecé a buscar una razón del porqué de todo esto. Pero solamente logré cabrearme conmigo misma y estresarme. Por suerte, media hora más tarde,  su madre entró por la puerta de la habitación.
I-                Hola
MP-            Hola cielo
I-                ¿Usted cree que Patricia llegará a recuperarse?
MP-            Es una chica muy fuerte, seguro que lo consigue. Por cierto, no me trates de usted
                    que me hace parecer muy mayor. Bueno, ¿qué tal van las clases?
I-                  La verdad, hoy la clase ha sido bastante aburrida… Bueno, me voy ya a casa, que mí
                    madre estará preocupada.
MP-            ¡Adiós! Espero verte pronto…
I-                 ¡Sí! ¡Mañana vendré sin falta!
Cogí la mochila y me dirigí a la puerta. Salí del hospital cabreada y cabizbaja, ambas por el estado de Patricia. Me sentía culpable, aunque no hubiera motivo alguno.
Me encontraba en el paso de cebra, donde hacía apenas unas horas me había salvado. En este momento  el semáforo estaba en rojo;  por lo tanto, no paraban de pasar coches. En ese preciso momento algo me llamo la atención, bueno mejor dicho alguien. Era él… me miró fijamente a los ojos y me guiñó el ojo. Pasó un autobús justo por delante, lo que me hizo perderle de vista y cuando volví a mirarle otra vez él ya no estaba.

viernes, 6 de mayo de 2011

capítulo 12


Iba de camino al hospital. Ese día de clase había sido un auténtico coñazo. Entre que Patricia estaba en el hospital y no tenia ni idea de nada, Ángela que estaba enferma en casa y Blanca que estaba en Madrid porque tenía cita con el medico. La mañana había sido un aburrimiento. La única clase que se podría considerar aceptable, era biología. Todo porque había estado toda la clase hablando con Eva. Ahora que pienso, os preguntaréis quién es Eva. Pues bien, ella es una chica de 1º D. Tiene el pelo bastante cortito, castaño clarito. Sus ojos son grandes y de color caramelo y suele vestir de sport. Sinceramente solo nos vemos en una clase al día y, lógicamente, por ello no nos conocemos mucho. Nos llevamos 2 años de diferencia, porque repitió 4º de ESO y 1º de bachillerato, pero estoy segurísima de que este año pasará a 2º porque se está esforzando mucho.
Al no estar mis PIBA$ pasé el recreo con Luisen (Luis Enrique). Este chico es un tanto peculiar, le gusta mucho estar de broma, aunque, la verdad, despues de 3 años se le tiene cariño. Lleva el pelo de cresta y es de un castaño muy oscuro. Sus ojos son de un marrón intenso. Su forma de vestir es un tanto peculiar, pero lo cierto es que me gusta su estilo. Él y yo nos conocimos de casualidad en un botellón y aunque algunas veces hemos perdido el contacto, nos seguimos llevando genial, porque es lo que tiene ser “tatos”.
Nos pasamos el recreo contándonos cotilleos y cosas que habían pasado en nuestra vida. Lo cierto es que llevábamos un mes en el que habíamos perdido mucho el contacto, por unos problemillas que ya os contaré más adelante.
No sería más de las 13:10 cuando estaba en el enfrente del hospital. El semáforo estaba en rojo y mi paciencia iba desapareciendo por segundos. Al fin el semáforo cambio de color y los coches se pararon. Empecé a cruzar el carril de bici, estaba a punto de llegar al paseo de cebra, cuando escuche un pitido a mi espalda. Lo último que recuerdo es girarme rápidamente y ver una bici a punto de chocarse conmigo. También recuerdo como él estaba ahí y me aparto y me quito del camino de esa bici.
Estaba completamente anonadada por lo que había sucedido, me había salvado la vida y había sido él. Todavía sus fuertes brazos me sujetaban, cuando tome la decisión de girarme para darle las gracias y hacerle unas cuantas preguntas, pero cuando acabe de girarme, el ya no estaba. Incluso llegué a pensar que me estaba volviendo loca, pero estaba segura de que me había agarrado por la cintura.
Llegué al hospital, casi sin darme cuenta. Me había pasado todo el camino pensando en cómo me había salvado la vida y lo peor es que había desaparecido. Empecé a subir las escaleras, total para solo 1 piso no era necesario esperar un ascensor en el que casi te podías asfixiar por el exceso de gente.
Llegué a la puerta de la habitación de Patricia que estaba cerrada. Iba a abrir la puerta, cuando en ese momento una enfermera se acerco.
          ¡Buenos días! ¿Viene a ver a la joven que está en coma?
           ¡¿Cómo?! ¿En coma? Pero eso no puede ser.
          Lamento comunicarle que si, parece ser que está ahora sola. ¿Se piensa quedar con ella?
          Sí, sí por supuesto.
          Vale, entonces no la molesto más.
          Perdone, espere un momento.
          Si, dígame.
          ¿Podrá despertar?
          Si, la soy sincera a poca gente la he visto salir de un coma tan profundo….