viernes, 17 de junio de 2011

capítulo 17

Obviamente os preguntareis ¿Quién es Samanta? Yo, me encargare de resolver vuestras dudas. Samanta es una chica muy delgada y también bastante alta, por ello se la es conocido como “la fideo”. En una época, ya, un poco lejana, llego a ser mi mejor amiga, ¿Quién me iba a decir que esos 15 años juntas se esfumarían en tan solo unos minutos? Éramos inseparables, nos veíamos todos los días en clase, salíamos juntas los fines de semana; resumiendo nos veíamos a todas horas.… ¿Por qué todo esto cambio? ¿Por qué ahora ni nos hablamos? Sinceramente no es una historia larga, y mucho menos divertida.Lo que sí que es cierto es que el que repitiera curso nos fue destruyendo poco a poco.  Aunque fue algo en especial lo que hizo que el vaso se derramase del todo. Si no os importa, ya os lo contare un poco más adelante pues sinceramente esta historia hace que mi corazón se aprisione, lo cual me provoca unas ganas enormes de llorar. No es porqué esto en su momento me doliera, que también, sino por todos esos momentos que pasamos juntas y no volverán a repetirse.
-          Isa, por favor pásame el volante, que parece que estas sorda.
Esa voz hizo que todos los recuerdos vinieran a mí. Pero sobre todo los recuerdos de esa enorme puñalada.
I-           ¿Se puede saber qué haces tú aquí?
S-           Nada especial, hemos venido a ver el instituto Y Leonardo me ha ofrecido jugar un rato
                con él. Y bueno aquí estoy.
I-             Típico de Leonardo.
S-          ¿Cómo es que no estáis juntos como antes? ¿Os habéis peleado?
I-            No, no nos hemos peleado.
S-          Pues eso no es lo que me ha dicho Leonardo. Parece ser que pierdes todo lo que te
              importa, aunque claro también puede  ser que no te aguantan. Quien sabe a lo mejor 
              Raúl se suicidó por eso.
I-           ¡No se te ocurra volverlo a nombrar! ¿Me escuchas?
 Cada segundo que hablaba hacía que la odiara más, y más. Había sido una de las personas a la que más había querido, pero parece ser que las personas cambian.Por suerte para mi Ángela
 se percató de todo lo que estaba pasando y se acercó a donde nosotras estábamos.
-          Isa, ¡venga vamos! Que a nosotras al contrario que a otras no nos sobra el tiempo, y tenemos que
pasar de curso.
Nos marchamos dejando atrás la cara de envidia de Samanta. Por suerte después de esta clase de esfuerzo físico nos tocaba con Dolores.
Dolores, como ya os conté en otra ocasión, es la profesora de Física y química.No es alta, ni tampoco está excesivamente delgada. Sus ojos son del color de las olas. Tiene el pelo liso, corto y es de un rubio platino que llama la atención. Suele llevar un vestido azul de flores, con sus zapatitos de tacón. Sinceramente para tener más o menos 54 años se conserva muy bien. Por suerte para mí su clase paso rápido con las leyes de newton. El resto del día no fue nada del otro mundo y pasó bastante deprisa hasta la hora de kárate, algo que realmente agradecí. Debido al rencuentro con Samanta, estaba realmente cabreada y necesitaba desahogarme, soltar toda la ira acumulada del día. De todas maneras por mucho que quisiera, era lunes y por tanto era día de katas. De todas maneras lo hice con la mayor potencia posible.
Al acabar la clase estuvimos todos un ratito de charla y después me fui a cambiar. Iba a sacar la ropa de la mochila para cambiarme, cuando me percaté de que tenía un sobre en el interior de la mochila, que ponía mi nombre.

lunes, 6 de junio de 2011

Capítulo 16

  -        Ángela, te lo juro. No fue un sueño.
Algo muy raro estaba pasando. Era otra mañana más de clase, con la peculiaridad de que yo estaba con un aspecto horrible. Mis ojos estaban rojos e hinchados probablemente por el insomio de la noche anterior y mis labio estaban secos por el alto nivel de glucosa que tenia en sangre, y yo, sencillamente estaba muy alterada.
A-          Isa, por favor, no chilles. Toda la calle nos está mirando.
I-          Justo que ahora te importa más lo que piensen los demás, que lo que me pase a mí.
             Está  bien saberlo. Ya veo que clase de amiga eres.
 A-        ¡Sabes que eso no es cierto! Lo que pasa es, que no considero necesario que todo el
          mundo se entere, y mucho menos si resulta que tu sueño no fue un sueño. Porque eso
         significaría que alguien nos controla y nos vigila. Querría decir que alguien sabe dónde   
         vivimos, a que instituto vamos y...y, ¡quien sabe que más cosas!
I-         A ver Ángela tranquilízate que no ha sido a tu madre a la que han atacado ni a la que
            han intentado matar.
A-         ¡Eso es! ¿Has hablado con tu madre?
 I-        No he podido, no se ha levantado desde el “accidente” de ayer.
A-       Isa lo que me estas contando es demasiado extraña ¿No será que lo has soñado todo?
I-        No, Ángela, no puede ser un sueño, porque entonces que la vajilla ya no este y que mi
           madre ayer no hiciera la cena, también es normal ¿no?
A-        ¡No! Puede ser, que ayer tu madre se le cayera la vajilla por cualquier motivo, o que se
            la dejara a una amiga. Y también, a lo mejor, tu madre se sentía muy cansada y decidió
             tomarse una tarde de descanso, para ella y sus cosas.
I-         No, Ángela, ¡que no! Eso no puede ser…
Cuando acabe esta frase me percate que ya estábamos en la entrada del instituto. Si os soy sincera, no es muy grande de hecho, yo no me di cuenta de su emplazamiento hasta que me lo dijo mi madre, y eso que pasaba mucho por esa calle. Pero lo que sí os puedo asegurar es que es un lugar muy hogareño. Hoy nos tocaba Educación física a primera, una asignatura que podíamos decir que no motiva mucho recién desayunado, bueno y sin desayunar tampoco.
Gloria es nuestra profesora de gimnasia. Podíamos decir que tiene alrededor de 50 años, aunque puede que tenga alguno más aunque con toda sinceridad os puedo decir que no los aparenta. Es muy atlética y está en buena forma. Suele llevar un chándal bastante ajustado de ADIDAS. Tiene el pelo castaño y lo suele llevar recogido en dos coletas. Es una persona muy activa, aunque sus clases sean bastante duras siempre nos resultan muy divertidas. Pero también os tengo que contar que odia que hablemos en su clase, aunque supongo que será como a todos.
Por suerte para Ángela y para mí, teníamos actividad libre. Eso para nosotras significaba jugar al bádminton sin parar, ni siquiera  para descansar. Aunque yo ese día andaba un poco distraída porque estaba segura de que lo de la noche anterior no había sido ningún sueño. Y en cuanto llegara a mi casa intentaría buscar algo que pudiera demostrar que decía la verdad. Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta del volante que se aproximaba a mí a una gran velocidad.
I-          ¡Ay!
S-           Perdona, ha sido sin querer. Isa, ¿podrías hacerme el favor de pasarme el volante?
 Esa voz me aprecio bastante familiar, aunque no se trataba de la voz de ninguno de mis compañeros. Se trataba de la voz de Samanta.

viernes, 3 de junio de 2011

Capítulo 15

Me desperté completamente adormilada en mi habitación. Me encontraba tumbada en mi cama completamente tapada. Debajo de la almohada estaba el libro que nos habían mandado leer en Filosofía “El hombre en busca del sentido”. La persiana estaba bajada y la puerta cerrada.
Me encontraba algo incomoda así que decidí salir de la cama y ponerme otro pijama, pero de levantarme me di cuenta de que no llevaba ningún pijama. Si no los vaqueros rotos y la camiseta negra a cuadros. Exactamente la misma ropa que llevaba en el sueño. ¿Y si no había sido un sueño? Bajé al comedor corriendo y chillando. De repente oí la voz de mi padre.
   -       ¡No chilles!!Que vas a despertar a tu madre!
Ahí estaba el, sentado en el sofá mientras tomaba unas pipas. Mi hermano estaba en el sofá de al lado completamente tumbado y bostezando cada 2 segundos, seguramente en nada se quedaría dormido.
Ahora que me doy cuenta nunca habéis tenido la oportunidad de conocer a mi padre. Así que os lo describiré. Al igual que todos los de la familia esta rellenito. Tiene el pelo rizado y es castaño, aunque bastante oscuro. Sus ojos son tan verdes como esmeraldas. La verdad es que siempre me hubiera gustado tener sus ojos, pero en lugar de eso obtuve su cabello. Su carácter es a veces es demasiado fuerte, pero no importa, en el fondo es cariñoso, aunque no lo suela demostrar.
Todo parecía estar en su sitio, nada estaba dañado o estropeado, pero era la primera vez que mi madre no estaba en la cocina haciendo la cena, o en el comedor pidiendo que bajaran el volumen de la tele, Esto me pareció bastante extraño.         
 I-            ¿Cómo es que mamá esta, ya, echada?
 P-          No lo sé, la verdad.
 I-           ¡¿Cómo qué no lo sabes?!
 P-           Porque cuando llegué a casa, os encontré a las dos dormiditas en el sofá. No os desperté
                 y os llevé a cada una a vuestra habitación. Os tumbe en la cama, os tape, baje la
                 persiana y por ultimo me fui sigiloso y cerré la puerta.
 I-             Mmm…  ¡qué extraño! Bueno, ¿y qué habéis cenado?
 P-            Unas pizzas, si te apetece creo que todavía hay un trozo en la cocina.
 I-             Gracias, pero no me apetece. Tomaré un vaso de leche y volveré a la cama.
 Pero según me dirigía a la cocina algo se me clavo en el pie.
  I-           ¡Ay!
  P-           ¿Qué pasa?
  I-           Nada, creo que me he clavado algo en el pie.
  P-          ¡Eso te pasa por ir descalza!
  I-           Gracias papa, diciendo eso acabas de solucionar todos mis problemas.
Fui a sentarme al sofá como pude, una vez sentada y cómoda empecé a mirar el píe. Algo de un tamaño suficientemente grande como para verlo se me había clavado; pero por suerte todavía asomaba un trozo por fuera.
Con tiempo y cuidado conseguí sacarlo. Era un trocito de cerámica blanco, con una especie de borde plateado. En ese preciso instante la imagen de mi madre inconsciente en el suelo al lado de su favorita vajilla, rota en mil pedazos. ¿Esto quería decir que no había sido un sueño?
Subí veloz las escaleras para ir a mi cuarto. Una vez en mi habitación cogí mi juego de química, saque un tubo de ensayo y en el guarde el minúsculo trozo de cerámica. Algo tenía claro, definitivamente algo muy raro estaba pasando.